En el mundo del cine, las novelas y el cómic, es habitual que los “grandes” héroes se hagan acompañar por personajes aparentemente secundarios que complementan su personalidad.
Y eso es precisamente lo que ocurre con el reportero belga y el capitán, el punto y la i.
Pero no voy a hablaros hoy de la relación que existe entre ellos, sino de la historia de su primer encuentro, que no puede ser mas catastrófica.
Tintín se encuentra a Haddock completamente borracho en un camarote de su barco, el Karabudjan, donde el reportero está prisionero de unos traficantes de opio.
Hasta ese momento Tintín había compartido aventuras exclusivamente con Milú y con los detectives gemelos Hernández y Fernández, pero a paritr de este “encuentro” en El Cangrejo de las pinzas de oro, la pareja se irá consolidando día a día.
Ese primer encuentro es realmente desastroso: Tintín se encuentra con un Haddock totalmente borracho y tras convencerle de que no se bebiese hasta el agua de los floreros y conseguir escapar con él del barco de los traficantes, el marino casi consigue un par de veces que la fuga fracase, poniendo en riesgo su propia vida y la del héroe belga.
Primero es en la barca donde están escapando ambos: el bueno del capitán usa los remos para hacer una hoguera para calentarse, hecho que les hace naufragar. Y después, cuando están escapando en un hidroavión pilotado por Tintín, Haddock le da un botellazo que hace que se precipiten al desierto.
Pero Tintín conseguirá su objetivo, o al menos aparentemente: que el capitán deje el Loch Lommond y, rehabilitado, le acompañe en La estrella misteriosa a los mandos del “Sirius” casi casi rehabilitado.
Y pese a que Haddock hará de las suyas a lo largo de la saga, ya no abandonara al chico belga hasta sus últimos pasos por el “Arte Alfa”.