Hay libros que los comienzas a leer y te entran ganas de continuar leyendo, que los coges con ganas y los «devoras» casi frenéticamente.
Eso es lo que me pasó con «La ladrona de libros» del australiano Markus Zusak, que narra la historia de una niña en la alemania nazi y su extraña «relación» con los libros y las palabras.
Una historia contada de manera curiosa, ya que es la muerte la narradora, la que nos cuenta la historia de Liesel desde su acogida en la familia Hubermann, en un momento en el que los nazis y Hitler dominaban Alemania.
Zusak nos presenta un escenario triste y deprimente en el que las palabras y los libros salvan a nuestra protagonista alejándola del «infierno» que se vive en Himmelstrasse.
Una narradora, la muerte, que ve la historia desde otro prisma, y que, sobre todo, carece de sentimientos «humanos»: «El corazón de los humanos no es como el mío. El de los humanos es una línea, mientras que el mío es un círculo y poseo la infinita habilidad de estar en el lugar apropiado en el momento oportuno«.
Un escenario crudo, propio de una guerra. Situaciones extremas y dolor de los personajes, pero a la vez, inocencia y sentimiento dado por Liesel, la «ladrona» que dará sentido a su propia vida y a la de los que la rodean, a través de los libros.