Empezaba el verano, el calor y mosca negra han llegado a la ciudad y llevaba unos días acordándome de la Cena en Blanco 2011, lo bien que lo pasamos aquella noche en el Puente de Hierro.
Se acercaba la presumible fecha en la que se celebraría la Cena en Blanco, ese pic-nic diferente, lleno de glamour que ilumina la noche zaragozana una vez al año. Evento al que debes de ir invitado, exclusivo, ya que no todo el que quiere puede ir… Hasta nos hemos enterado que hay lista de “espera” de gente que quiere asistir.
Y yo como un chiquillo miraba cada día mi correo, nervioso e inquieto, con ganas de ser invitado por mi anfitrión, como todo un privilegio, un lujo.
El mail me llego hace aproximadamente dos semanas como siempre rodeado de misterio, una vez más gracias a mi «anfitrión» había sido invitado a la Cena en Blanco.
Como en años anteriores el misterio de la misma continuaba, solamente sabíamos que habíamos quedado en la Iglesia de San Miguel el sábado a las 21:00.
El sábado por la mañana ajetreados con el menú y con mis brochetas de chuches las que Lucía me ayudo a hacer.
Nos dirigimos al lugar de encuentro y nos encontramos con mucha gente ya vestida de blanco que esperaba instrucciones de sus anfitriones; como es lógico las quinielas estaban, y barajábamos entre el Centro de Historia, Independencia y la Plaza de los Sitios.
Finalmente se desvelo el misterio y nos dirigimos al lugar de la cena, la Plaza de los Sitios donde comenzamos a montar todo la logística de mesas y sillas…
Manteles de hilo y mesas se fueron distribuyendo por la plaza, mientras esperábamos que nuestro anfitrión diera el pistoletazo, servilletas el aire para empezar a disfrutar de los manjares que había sobre la mesa… un año más no nos quedaríamos con hambre, “las López” habían traído comida para los 700 que según la organización estábamos ayer convocados en la plaza de los Sitios.
Y comenzamos a cenar, rodeados de velitas y viandas por los cuatro costados, risas y comida abundante. Mientras nuestro “caballo”, todo un clásico de los eventos blancos nos acompañaba, el vino y las risas corrían por la mesa.
Qué rico estaba el pastel de verduras, las magdalenas de beicon, las alitas de pollo y los tomatitos de la huerta de Agnes… sin olvidarme de la fabulosa tempura modelo diadema.
Y tras la cena los postres, esos bizcochos, bombones y dulces de todo tipo; el ya clásico Tiramisú de Javier (como siempre cargadito) y las frutas de Lorenzo, tan dulcemente acompañas.
Momento bengalas, aunque fallo la nuestra, la plaza de Los Sitios se ilumino con una luz blanca de todos los que estábamos allí con ganas de disfrutar y pasarlo bien, pero sobre todo con respeto…llegarón las copas, los mojitos y batida de coco de Anita, más el cava que corria por la mesa, todo bien blanco.
Pero el cierzo nos jugo este año una mala pasada, y se fue levantando a medida de que entraba la noche, haciéndonos pasar mucho frío, teniendo que abrigarnos con todo lo que teníamos, como hizo Lorenzo con el mantel, y esto nos llevo a “abandonar” el lugar de la cena mucho antes que otros años.
Al igual que siempre la “organización” busco un sitio amplio para continuar la fiesta, donde disfrutamos bailando resguardados del viento y el frío.
Pero esta vez nos retiramos pronto, el frío había hecho mella en nosotros, y el cansancio también; pero eso si habiendo pasado una noche maravillosa, llena de amigos y de buen ambiente.
La verdad es que me sigue pareciendo una iniciativa fantástica, un momento veraniego que se disfruta de principio a fin. Un diez para los patrocinadores, los organizadores pero sobre todo para nuestro anfitrión J4M, “el heladero” (que además nos ha dejado estas fotos) y para la gente que como siempre nos comportamos tan bien como se esperaba de nosotros.
Nos vemos el año que viene, otra vez de blanco!!!