Un «parón» obligatorio

Ante todo he de decir que me siento mediterráneo, me gusta la luz, el sol, el calor. Por eso estoy contento porque ha llegado la primavera, el sol aparece en nuestras ciudades y “calienta” nuestras vidas.

Tras un invierno duro, y no solo climatológicamente hablando, sino también duro personal y laboralmente, espero recibir el calor del sol y de la primavera.

Mientras escribo este post, sentado viendo el mar, pienso en lo pasado. Pienso que es importante parar, relajarse un poco, recargar las pilas… dejar que la vida fluya y llenarnos de energía.

Creo que debemos tirar hacia adelante y ver el lado positivo de la vida, la botella siempre està “medio llena”, aunque también reconozco que encontrar el “para qué” en lugar del “por qué” de las cosas muchas veces me cuesta, me resulta complicado.

Por eso necesitaba una recarga de “pilas”, esperando que el sol me contagiase de optimismo, de alegría, de ganas de seguir adelante. Porque hay veces que incluso a los que nos dicen “tú vales mucho” o “tú puedes con todo” nos hace falta un empujón. Empujón que muchas veces viene dado por pequeños gestos de la gente que te rodea, y que reconozco que me encantan y que necesito.

Alguien me dijo una vez que la vida está llena de pequeñas cosas, de pequeños gestos, que son la “sal” de la vida, son lo que nos hace que seamos personas.

Estos meses duros del invierno me han servido para reflexionar, para pensar, hacer balance y decidir qué cosas son importantes, cuáles son las que merecen la pena y por cuáles luchar.

Por eso sé que la primavera soleada va a volverme a dar fuerza, la fuerza que necesito para seguir “luchando”, para seguir “defendiendo” lo que quiero y continuar viendo la vida con optimismo y alegría, que es como me gusta verla y como creo firmemente que se debe ver.

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